Para los amantes y conocedores de la moda, Hubert de Givenchy fue la personificación del glamour, de la elegancia y de esa delicadez que al vestir se transforma en aura.
Junto a Audrey Herpbun, este dúo es parte de la historia de la moda. Musa y diseñador lograron incontables atuendos que servirán por siempre como inspiración para muchos.
Luego de un linaje masculino que hizo de esta marca un sello individualista -Galliano, McQueen, Macdonald y Tisci- es ahora Clare Waight Keller quien le devuelve su herencia, su legado y su historia y a la vez, esta diseñadora se ha convertido en la gran modista de las celebridades del momento (no por nada es la favorita de la nueva duquesa de Sussex, Meghan Markle).
Luego de vestir a Markle para su boda, las expectativas eran altas para Waight Keller y luego de su presentación con una pasarela hecha de espejos en los jardines del museo “Des Archives Nationales” esta no solo logró superarse, sino que dejó la barra muy alta para lo que será esta temporada de Alta costura.
Indudablemente honrado el legado de Givenchy en un gesto con el que demuestra respeto, así como cierta humildad creativa. Claire logra mantener la herencia que enriquece esta casa al tiempo que imprime en ella su marca.
Inspirada en los archivos de la maison, Waight Keller se enfocó en los modelos que Audrey Hepburn vistió en películas como Sabrina, How to Steal a Million Dollars, Paris When it Sizzle entre otras; pero también en modelos que variaban desde los 50 hasta los 70 incluyendo las capas, los cortes de gran pronunciamiento ovalado, y la asimetría arquitectónica que le da eternidad a atuendos al convertirlos en pilares de pura moda.
La sincronía del desfile tuvo cierto flujo que empezó con “diosas” usando drapeados dorados, capas y faldas de color marfil, corsés metálicos combinados con plisados de seda en caídas. Un hoodie hecho de plumaje negro, también vimos bordados intercalados entre diseños, estampados y cortes asimétricos creando piezas de arte en cada vestido que desfiló en la pasarela. Imaginen secuencias de cristales entre terciopelos, este es el Givenchy actual y que a su vez nos recuerda mucho al Givenchy original.
Waight Keller volvió a incluir propuesta masculina, también con bordados utilizando las mismas lentejuelas plateadas y las plumas de pavo real, que fueron statement en pasarela. Los finos cuellos, inspirados en cisnes negros y los pantalones de cigarrillos entre capas brillantes simplemente deslumbraron y aludieron un sentimiento andrógino al vestir. Los bustiers con faldas de pétalos bordadas, son vestidos dignos de red carpet season, y la precisión geométrica casi cuadriculada en sus cortes hicieron de esta pasarela una línea perfecta.
El final, al son de Audrey Hepburn cantando “Moon River”, como en Breakfast At Tiffany’s, conmovió a los espectadores y le hizo de gran honor al fundador de la casa y a su musa. Con un toque de clase, Waight Keller invitó a su atelier a ejecutar su reverencia junto ella, afirmando que Givenchy empieza por Monsieur Hubert de Givenchy y que es mucho más que ella.
Artículo original de Elle México