La colección, confeccionada casi en su totalidad en seda, se compuso de vestidos largos, faldas, blusas kimono, vestidos que envolvían el cuerpo, pantalones que se convertían en faldas vaporosas y capas.
Siluetas que se inspiraron principalmente en el vestir típico japonés y en las geishas hacían especial énfasis en la cintura, ya sea por el elemento clave de la colección, un cinto obi en cuero, o por cortes que la hacían resaltar.
Detalles presentes fueron los bordados en lentejuela simulando cerezos en pleno florecimiento, bordados simulando jardines de bambú, así como olanes, transparencias y escotes (cuadrados, en V, redondos, etc.)
La paleta de colores fue compuesta por rosas mexicanos, beiges, blancos, verde limón, verde bandera y toques tornasoles de las lentejuelas.